Cuentos Espirituales



"Si alguien viene a ti con un regalo y no lo recibes,"

¿a quién pertenece ése regalo?"
..Vivió una vez un gran guerrero. Aunque muy viejo, aún era capaz de vencer a cualquier contrincante. Su reputación se extendió ampliamente y muchos estudiantes se juntaron para aprender con él.

Un día, un infame joven guerrero llegó al pueblo. Estaba decidido a ser el primer hombre que venciera al gran maestro. Ademas de su fuerza, tenía una habilidad asombrosa para encontrar y explotar cualquier debilidad en un oponente. Esperaría que su oponente hiciera el primer movimiento, y así revelara una debilidad, y entonces atacaría con despiadada fuerza y velocidad de rayo. Nadie había durado con él en un encuentro más allá de su primer movimiento.

En contra de los consejos de sus preocupados estudiantes, el viejo maestro aceptó gustoso el reto del joven guerrero. Cuando ambos estaban listos para la batalla, el joven guerrero empezó a dirigirle insultos al viejo maestro. Tiró tierra y escupió en su cara. Por horas lo agredió verbalmente con todas las maldiciones e insultos conocidas por la humanidad. Pero el viejo guerrero simplemente se mantuvo en pie inmóvil y calmo. Finalmente el joven guerrero se agotó. Reconociendo que estaba vencido se alejó sintiéndose avergonzado.

Sus alumnos lo rodearon y le preguntaron. "¿Cómo pudo soportar semejante vileza? ¿Cómo no peleó? Cómo hizo para ahuyentarlo?
"Si alguien viene a ti con un regalo y no lo recibes, "replicó el maestro, "¿a quién pertenece ése regalo?"


LEYENDA DE NÜWA (MITOLOGÍA CHINA)



Cuando el Universo tomó forma y se completó con el Sol, la Luna, las montañas, los ríos, las plantas y los animales, aún no existía la gente. La Tierra fue habitada por dioses, gigantes y otras criaturas monstruosas. El dios más importante era una diosa madre llamada Nüwa, la cual fue creadora y portadora del orden. Tenia forma de ser humano en la parte superior de su cuerpo, con cara humana y brazos humanos, pero su parte inferior era como la de un dragón. También podía cambiar de forma y aparecía de diferentes maneras. Nüwa viajó por el mundo, y a pesar de encontrarlo rico y bello, se sintió sola y triste porque no habían seres humanos, y Nüwa quería la compañía de gente que pudiera querer, sentir y pensar como lo hacía ella. Un día fue al gran río Amarillo. Del lecho del río sacó puñados de barro y modeló pequeños muñecos, les hizo cabeza, brazos y piernas para que pudieran caminar de pie. Puso mucho cuidado en hacer estas figurillas y el resultado le gustó. Sopló vida en ellas y quedó encantada viéndolas saltar y bailar a su alrededor, gritando y llamándola jubilosamente madre.
Al principio Nüwa hizo las figuras una a una, a mano, pero después de haber creado un gran número de esta manera lenta decidió utilizar sus poderes sobrenaturales para obtener un resultado más rápido. Puso un trozo de caña en el barro del río y, cada vez que lo sacaba, caían al suelo gotas de barro que se transformaban instantáneamente en hombres y mujeres. Al cabo de un tiempo hubo quien dijo que aquellos a los que modeló con sus propias manos eran los afortunados y los bien dotados del mundo, mientras que los que fueron creados expulsando la caña fuera del agua eran los más pobres y menos afortunados.
Eventualmente, y después de haber creado suficientes hombres y mujeres, Nüwa instituyó el matrimonio entre ellos para que pudieran procrear y continuar la raza humana sin ninguna otra ayuda por su parte.
Nüwa tenía un compañero, de forma similar con la parte superior del cuerpo de hombre y la parte inferior de dragón, su nombre era Fuxi y él, igualmente fue un gran benefactor de la raza humana, algunos creen que eran hermanos y otros que eran pareja. Cuando Nüwa hubo hecho a los seres humanos y Fuxi les hubo enseñado las habilidades que necesitaban para tener una existencia civilizada, los hombres pudieron vivir con un cierto confort y una cierta seguridad.
Nüwa y Fuxi son considerados los creadores originales del género humano y nuestros primeros maestros. 
Publicado por Rosa Rubio Abril
                                  


El gorrión Águila


En un pueblecillo español nació un gorrioncillo junto con sus hermanitos, sus padres eran muy atentos y comprensivos y le enseñaron todo 
lo que sabían para que pudiera enfrentarse a las dificultades que la vida tenía y sobrevivir. 
Desde pequeño siempre había sido un gorrioncillo muy raro, le gustaba subirse al sitio más alto que divisaba y estar allí horas y horas mirando a su alrededor. 
Cuando estaba en el lugar más alto se sentía feliz, era dichoso, sentía una indescriptible sensación de bienestar que le encantaba.
El resto de sus hermanos y vecinos comenzaban a comentar entre ellos esta extraña afición del gorrioncillo, lo cual le valió que le pusieran el apodo de “el Águila” 
porque siempre estaba en el lugar más alto. Cuando creció realizaba largos vuelos alejándose de su zona para conocer nuevos lugares, 
en los que hacía nuevos amigos y en los que siempre buscaba el lugar más alto desde el que pudiera verlo todo.
Sus incursiones en otros territorios eran cada vez más largas y alejadas, así iba conociendo a otros gorriones con los que hablaba
y a los que preguntaba por el lugar más alto que había en la zona donde vivían. Solía ser bien recibido puesto que les contaba historias
de otros lugares en los que había estado. De esta manera, hubo un día en el que “el Águila” ya no volvió al lugar donde había nacido, 
se había despedido de sus padres y hermanos y les había dicho que iba a buscar el lugar más alto del mundo, ese era ahora su mayor deseo.


Empezó alejándose, siguiendo con su costumbre de hablar con sus semejantes y preguntarles por el lugar más alto de la zona donde estaban. 
Luego indagaba hasta que algún gorrión aventurero le comentaba de algún sitio del que le habían hablado en el que había una montaña 
todavía más alta que la más alta de los alrededores... eso era suficiente para que “el Águila” volase hacia el lugar que le indicaban. 
Pasó mucho tiempo y cada vez iba consiguiendo llegar a lugares más altos, algunos de ellos tan altos que incluso las águilas no llegaban a ellos, 
llegó a volar hasta la cumbre más alta de la Tierra. Estaba muy orgulloso de ser el gorrión que más alto había llegado a estar, hasta que un día otro gorrión, 
en un país lejano, le dijo que todavía podría llegar más alto, que él sabía cómo podía llegar más alto. Este era un gorrión ya viejo que de jovencillo había tenido 
las mismas inquietudes que “el Águila”. Hablaron mucho, de muchos temas, y le contó sus experiencias y sus aventuras más extravagantes. 
Por fin le contó su última hazaña, a partir de la cual dejó de volar a los sitios más altos. Hacía muchos años, se encontraba cerca 
de un aeropuerto yal ver cómo aquellos pájaros de hierro despegaban y subían alto, muy alto, más alto de lo que él nunca había conseguido llegar.
..pensó que si se posaba sobre uno de esos aparatos lograría llegar más alto de lo que nunca ningún otro gorrión había llegado. Así que decidió probar suerte.
Voló hacia uno de esos enormes pájaros de hierro y se posó en un sitio en el que pensó que podría viajar cómodamente. 
Esperó impaciente el momento en el que el pájaro de hierro que había elegido despegase y comenzase a ascender en el aire.
No tardó mucho en comenzar a deslizarse por la pista y despegar. El gorrión se sentía emocionado, subiendo cada vez más alto, cada vez más alto, sin parar. 
La vista que desde allí tenía era impresionante, nunca antes había subido tan alto, nunca antes había estado más alto que la más alta de las montañas, 
más alto delo que nunca había subido ningún ave en el mundo. Pero cuando se dio cuenta de que el avión seguía subiendo y de que desde esa altura 
le costaría mucho poder llegar de nuevo atierra, sintió miedo y se preguntó “¿merece la pena morir por llegar donde nunca ha llegado ningún otro gorrión?”. 
Evidentemente l a respuesta que se dio fue negativa puesto que saltó del avión y con gran dificultad logró llegar al suelo después de bastante rato, cansado y extenuado. 
Desde entonces ya no buscaba constantemente subir más alto, aunque de vez en cuando le gustase posarse en lugares altos y 
contemplar el paisaje desde allí, saboreando la soledad y tranquilidad que en esos lugares solía sentirse. 
Nuestro gorrioncillo quedó muy impresionado por aquella historia y estuvo dándole vueltas varios días... hasta que tomó la decisión de 
seguir los pasos del viejo gorrión, pero él llegaría más alto, él no iba a rendirse tan pronto, el llegaría hasta donde el pájaro de hierro llegaba. 
Dicho y hecho, buscó el aeropuerto más cercano, eso le resultó fácil, sólo tuvo que seguir el vuelo de los pájaros de hierro 
durante varios días hasta que localizó el aeropuerto. Llegar a posarse en uno de ellos también le resultó muy fácil, ya sólo le quedaba esperar a que despegase.
Mientras tanto, recordó con emoción la historia del viejo gorrión y comenzó a sentir en sí mismo las sensaciones que le contó 
sobre lo que sentía mientras esperaba... esa mezcla de emoción, impaciencia y miedo. Por fin llegó el momento esperado, 
el avión comenzó a deslizarse por la pista y, un momento después, estaba despegando y surcando el aire, subiendo cada vez más. 
“Llegaré donde ningún otro gorrión ha llegado nunca”, se repetía mentalmente “el Águila” ... “yo sí que podré aguantar, soportar el miedo y lograr llegar a lo más alto”

El avión seguía subiendo y subiendo, cada vez más alto; el gorrión agarrado lo más fuerte que podía al chasis del avión, 
aguantando el miedo y soportando las tremendas corrientes de aire y el intenso frío, seguía empeñado en aguantar hasta llegar a lo más alto. 
Y logró su propósito, llegó a lo más alto, pero entonces comenzó a sentir que le faltaba el aire, que no podía respirar y
que tampoco podía mover sus patas puesto que se había quedado inmovilizado por el frío, todavía pudo mirar a su alrededor 
un momento y contemplar la vista que desde allí se veía antes de exhalar su último suspiro y morir. 
Abajo, en el aeropuerto, el viejo gorrión, que le había seguido de lejos hasta ver como se posaba en el avión, 
esperó inútilmente ver volver a “el Águila”... y una pregunta surgió en su mente...
“realmente ¿le habrá merecido la pena?”
AUTOR: Luis Aparicio Sanz; Amanece en el Tibet y otros cuentos. Licencia :http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/



MIS OBSTACULOS



Voy andando por un sendero.

                      Dejo que mis pies me lleven.
 Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad.

Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.

 Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo.

 Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad.

Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.

 Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella.

 A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.

 Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso.Temo... dudo.

 Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.

 Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto.

 Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino.Me detengo. Imposible saltarlo .

 Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.


Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro.

Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...

 Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso.

 Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.

 Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.

 Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?  

 El niño se encoge de hombros y me contesta: - " ¿Por qué me lo preguntas a mí?

                        Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los  obstáculos los trajiste tú " .
 


SER POBRE

Un Padre económicamente acomodado, queriendo que su hijo supiera lo que es ser pobre, lo llevó para que pasara un par de días en el monte con una familia campesina. Pasaron tres días y dos noches en su vivienda del campo. En el carro, retornando a la ciudad, el padre preguntó a su hijo ¿Qué te pareció la experiencia?... Buena, contestó el hijo con la mirada puesta a la distancia. Y... ¿qué aprendiste?, insistió el padre...El hijo contestó:


Que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina con agua estancada que llega a la mitad del jardín... y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos, berro y otras bellezas. Que nosotros importamos linternas del Oriente para alumbrar nuestro jardín...mientras que ellos se alumbran con las estrellas y la luna. Nuestro patio llega hasta la cerca...y el de ellos llega al horizonte. Que nosotros compramos nuestra comida;...ellos, siembran y cosechan la de ellos. Nosotros oímos CD's... Ellos escuchan una perpetua sinfonía de bimbines, chuíos, pericos, ranas, sapos cocorrones y otros animalitos... .todo esto a veces dominado por la sonora saloma de un vecino que trabaja su monte.


Nosotros cocinamos en estufa eléctrica...Ellos, todo lo que comen tiene ese glorioso sabor del fogón de leña. Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas.... Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos. Nosotros vivimos 'conectados' al celular, a la computadora, al televisor... Ellos, en cambio, están 'conectados' a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia. El padre quedó impactado por la profundidad de su hijo...y entonces el hijo terminó: Gracias papá, por haberme enseñado lo pobres que somos! Cada día estamos mas pobres de espíritu y de apreciación por la naturaleza que son las grandes obras de nuestro creador. 
Nos preocupamos por TENER, TENER, TENER Y MAS TENER en vez de preocuparnos por SER.



El amor es el cimiento de la vida.
 
Un hombre recibió una noche la visita de un ángel, quien le comunicó que le esperaba un futuro fabuloso: se le daría la oportunidad de hacerse rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de su comunidad y de casarse con una mujer muy hermosa.
Este hombre se pasó la vida esperando a que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre. Cuando llegó a las puertas del cielo, vio al ángel que le había visitado años atrás y protestó: «Me prometiste riquezas, una buena posición social y una bella esposa, ¡me he pasado la vida esperando en balde!»
-Yo no hice esa promesa, replicó el ángel, -te prometí la oportunidad de riqueza, una buena posición social y una esposa hermosa.
El hombre estaba realmente intrigado.
-No entiendo lo que quieres decir, -confesó.
-¿Recuerdas que una vez tuviste la idea de montar un negocio pero el miedo al fracaso te detuvo y nunca lo pusiste en práctica?.
El hombre asintió con un gesto.
-Al no decidirte, unos años más tarde se le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerla en práctica. Recordarás que se convirtió en uno de los hombres más ricos del reino.
-También recordarás, -prosiguió el ángel, -aquella ocasión en que un terremoto asoló la ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos. En aquella ocasión tuviste la oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los supervivientes, pero no quisiste dejar tu hogar solo por miedo a que los muchos saqueadores que había te robasen tus pertenencias, así que ignoraste la petición de ayuda y te quedaste en casa.
El hombre asintió con vergüenza.
-Esa fue tu gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas con lo que hubieras ganado el respeto de todos ellos, -continuó el ángel.
-Por último, ¿recuerdas a aquella hermosa mujer pelirroja que te había atraído tanto? la creías incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual. Sin embargo, pensaste que tal mujer no se casaría con alguien como tú y, para evitar el rechazo, nunca llegaste a pedírselo.
El hombre volvió a asentir, pero ahora las lágrimas rodaban por sus mejillas.
-Sí, amigo, ella podría haber sido tu esposa, -dijo el ángel. Y con ella se te hubiera otorgado la bendición de tener hermosos hijos y de multiplicar la felicidad en tu vida.
Cuento de la antigua China


El Buda de barro
La estatua del Buda de barro alcanzaba casi tres metros de altura. Durante generaciones había sido considerada sagrada por los habitantes del lugar.
Un día, debido al crecimiento de la ciudad, decidieron trasladarla a un sitio más apropiado.
Esta delicada tarea le fue encomendada a un reconocido monje, quien, después de planificar detenidamente, comenzó su misión.
Fue tan mala su fortuna que, al mover la estatua, ésta se deslizó y cayó, agrietándose en varias partes.
Compungidos, el monje y su equipo decidieron pasar la noche meditando sobre las alternativas.
Fueron unas horas largas, oscuras y lluviosas.
El monje, en vez de desesperarse, se enfocó en encontrar una salida.
De repente, al observar la escultura resquebrajada, cayó en cuenta que la luz de su vela se reflejaba a través de las grietas de la estatua.
Pensó que eran las gotas de lluvia.
Se acercó a la grieta y observó que detrás del barro había algo, pero no estaba seguro qué.
Lo consultó con sus colegas y decidió tomar un riesgo que parecía una locura:
Pidió un martillo y comenzó a romper el barro, descubriendo que debajo se escondía un Buda de oro sólido de casi tres metros de altura.
Durante siglos este hermoso tesoro había sido cubierto por el ordinario barro.
Los historiadores hallaron pruebas que demostraban que, en una época, el pueblo iba a ser atacado por bandidos.
Los pobladores, para proteger su tesoro, lo cubrieron con barro para que pareciera común y ordinario.
El pueblo fue atacado y saqueado, pero el Buda fue ignorado por los bandidos.
Después, los sobrevivientes pensaron que era mejor seguir ocultándolo detrás del barro.
Con el tiempo, la gente comenzó a pensar que el Buda de Oro era una leyenda o un invento de los viejos.
Hasta que, finalmente, todos olvidaron el verdadero tesoro porque pensaron que algo tan hermoso no podía ser cierto.
Tus tesoros son tu capacidad de dar, disfrutar, agradecer, reír; de perdonar, de soñar en grande, de pasar por encima de las pequeñeces y
de valorar en ti mismo y en otros lo que verdaderamente es importante.
Arriésgate a ver tu vida a través del barro y te darás cuenta de que eres un tesoro rodeado de riquezas.



De Luz y Sombra


Cuenta la leyenda que cierto día un filósofo llevó a sus discípulos a una habitación oscura.

¿Qué ven? - les preguntó.

-Nada, Maestro -le respondieron. - La oscuridad es absoluta y no nos deja ver.

El filósofo dio una palmada a cuyo son se encendieron mil lámpara de luz intensa en forma instantánea.

¿Qué ven ahora?- les preguntó nuevamente.

-Nada, tampoco vemos nada- dijeron los discípulos. La luz es tan cegadora que nos impide abrir los ojos.

-Aprendan, pues, -les dijo el maestro- que ni en la luminosidad absoluta ni en la completa oscuridad el hombre puede ver.
Por eso estamos hechos de luces y sombras, para podernos ver los unos a los otros .

¡Ay de aquel que no perdone la oscuridad que hay en el alma de su hermano, pues no lo podrá ver, y estará solo! y ...

¡Ay de aquel que no busque poner luces en su oscuridad, pues así mismo se perderá!.

El filósofo concluyó su enseñanza diciendo:

Estamos hechos de sombras ¿Dónde mejor que en nosotros puede brillar la luz?" 


Antiguo consejo chino 


Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra
duramente con su hijo.

Un día el hijo le dijo: -¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-¿Por qué le llamas desgracia? -respondió el padre. Veremos lo que trae el
tiempo...

A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.

-¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho. Nuestro caballo ha traído
otro caballo.

-Por qué le llamas suerte? - repuso el padre. Veamos qué nos trae el tiempo.

En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no
acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró
una pierna.

-¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho. ¡Me he quebrado la pierna!

Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció: -¿Por qué le llamas
desgracia? Veamos lo que trae el tiempo!

El muchacho no se convencía de la respuesta sino que gimoteaba en su cama.

Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes
para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al
joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.

El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna
como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo
es malo o bueno.

La moraleja de este antiguo consejo chino es que "la vida da tantas vueltas, y es
tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno malo. 


Lucha de la mariposa

Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. Un día vió que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por poder salir de capullo.

El hombre vió que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño orificio en el capullo , hasta que llego un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Pareció que se había atascado.

Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del orificio del capullo para hacerlo más grande y así fue que por fin la mariposa pudo salir.

Sin embargo al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas. El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba.

Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en circulos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas... Nunca pudo llegar a volar.

Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar.

Libertad y el volar solamente podrán llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue privada su salud.

Algunas veces las luchas son lo que necesitamos en la vida. Si el Orden Universal nos permitiese progresar por nuestras vidas sin obstáculos, nos convertiría en inválidos. No podríamos crecer y ser tan fuertes como podíamos haberlo sido. ¡Cuánta verdad hay en esto!

Cuántas veces hemos querido tomar el camino corto para salir de dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo para poder ser libres.

Necesitamos recordar que nunca recibimos más de lo que podemos soportar y que a través de nuestros esfuerzos y caídas, somos fortalecidos, así como el oro es refinado con el fuego.

Nunca permitamos que las cosas que no podemos tener, o que no tenemos, o que no debemos tener, interrumpan nuestro gozo de las cosas que tenemos y podemos tener. No pensemos ni nos enfoquemos en lo que no tenemos, disfrutemos cada instante de cada día por lo que tenemos y nos ha sido dado.